martes, 9 de junio de 2015

LA CASA DEL FOTÓGRAFO


     No sé ni cómo empezar esta entrada... Después de una racha sin mucha suerte, aparece esta joya, escondida e intacta, que me lleva de viaje en el tiempo... un tiempo analógico y de madera, donde apenas hay cabida para el plástico, donde mi cámara digital parece reencontrarse con sus ancestros...

     Desconociendo la historia del lugar, sólo me atrevo a decir que perteneció a un amante de la fotografía que creó su propio cuarto oscuro en su casa donde todavía se conservan, haciendo malabarismos en una vieja estantería, los productos de revelado... preciosa y creativa época, aquella.

Este es mi homenaje digital a aquella casa analógica...

     Comienzo por la planta baja donde estaba la cocina, en esta ocasión omitiré todas las fotos exteriores, sobran las razones...















¿Cuándo hizo su última empanada este rodillo?









Subiendo las escaleras a la siguiente planta nos encontramos con la momia de un vigilante ¿? 
(para no variar)




El espectacular salón y el cuarto oscuro...


     El techo se está doblando, a punto de desmoronarse... más adelante sabréis qué es lo que está a punto de caer sobre esta preciosa mesa y, lo que me más me ha gustado, una silla con respaldo ajustable ¡¡de madera!!









También le gustaban las matemáticas...


Diapositivas.




El cuarto oscuro...








Algunas de sus obras...




     En otro cuarto de la misma planta se encuentran infinidad de objetos mezclados, desde una máquina de coser hasta una amplificadora fotográfica antigua, una cámara de fotos, juguetes...




  La pared se está resquebrajando y las raíces parecen alimentarse de las grietas como se puede ver encima del baúl...












¿El arco de un Stradivarius?














     Si esta parte de la casa me dejó perpleja, el altillo no fue para menos. Allí habían construido tres habitaciones con preciosas vistas... 










Una...




















Otra...










Y mi favorita...










Un trípode de madera...


     Debido a las goteras, una esquina de la casa se está hundiendo sobre el salón... y esa cama pronto descansará sobre aquella silla de madera... Una estampa difícil de describir, pero una imagen vale más...












Volvemos y buscamos los baños, esta casa tenía dos.








Nos vamos por donde vinimos, después de pasar horas allí que nos supieron a poco...


¡Fuera también disponía de un horno!


     Este fue un gran día. Volví a casa y no podía dormir, las imágenes se agolpaban en mi cabeza, intentando recuperar el orden.

     Tras días como este, sintiéndome como una niña que ha estado jugando en el campo todo el día, finalmente caigo rendida, sonrío y pienso... ¡¡Cómo me gusta esto!!